viernes, 15 de julio de 2011

Lindas Mentirosas Capitulo 9 MARATON! 7/15

Capitulo 9

 Las chicas de Islandia (y Finlandia) son fáciles

Oh, Dios mío, árboles. Estoy tan feliz de ver grandes y frondosos árboles.
El hermano de quince años de Demi Montgomery, Justin, sacó su cabeza de
la ventana del Outback de la familia como un Goldfen Retriever. Demi; sus padres,Teresa y Diego
—ellos querían que sus hijos los llamaran por sus nombres— y Justin, estaban manejando de vuelta del Aeropuerto Internacional de Filadelfia. Se habían
bajado de un vuelo de Reykjavik, Islandia. El papá de Demi era un profesor de
historia del arte, y la familia había pasado los últimos dos años en Islandia
mientras él ayudaba en la investigación para un documental de televisión sobre el
arte escandinavo. Ahora que ellos estaban de vuelta, Justin estaba maravillándose
por el escenario local de Pensilvania. Y eso significaba… Cada. Única. Cosa. El
mesón de piedra de la era 1700 que vendía jarrones de cerámica ornamentada; las
vacas negras mirando sin decir nada al auto detrás de una cerca de madera en la
carretera; el centro comercial estilo villa de Nueva Inglaterra que había aparecido
desde que se habían ido. Incluso el sórdido Dunkin’ Donuts de veinticinco años.
—¡Hombre, no puedo esperar a tener una Coolatta! —Justin gorgoteó.Demi  gimió.
Justin había pasado un par de años solo en Islandia -él reclamaba que
todos los islandeses eran “estúpidos que montaban pequeños y homosexuales
caballos”- pero Demi había florecido. Un nuevo comienzo había sido lo que necesitó
todo el tiempo, así que estaba feliz cuando su papá hizo el anuncio de que su
familia se mudaría. Ese fue el verano después de la desaparición de Ashley, y las
chicas empezaron a apartarse, dejándola sin ninguna amiga real, sólo una escuela
llena de personas que había conocido desde siempre.
Antes de que dejara Europa, Demi a veces veía a los chicos de lejos, intrigada, pero
luego miraba hacia otro lado. Con su inquieto cuerpo de bailarina de ballet, cabello
negro, y labios sensuales, Demi sabía que era linda. Las personas siempre lo
decían, ¿pero por qué ella no había tenido una cita en el séptimo grado, entonces?
Una de las últimas veces que había estado con Selena -uno de los más incómodos
momentos juntas ese verano después de que Ash desapareció- Selena le dijo a Demi
que probablemente tendría muchas citas si sólo tratara de encajar un poco más.
Pero Demi no sabía cómo encajar. Sus padres habían impuesto en su cabeza que era
un individuo, no una seguidora del rebaño, y debería ser ella misma. El problema
era que Demi no estaba segura de quien era Demi. Desde que tenía once años, había
tratado con la punk Demi, la artística Demi, la filme de documental Demi y, antes de
que se mudaran, había incluso tratado la Demi ideal de Rosewood, la que monta
caballo, la que viste camisetas Polo, la chica de bolso que era todo lo que los chicos
de Rosewood amaban, pero todo lo que no era Demi. Afortunadamente, ellos se
mudaron a Islandia dos semanas después de ese desastre, y en Islandia todo cambió.
Su padre obtuvo la oferta de trabajo en Islandia después de que Demi empezara el
octavo grado, y su familia hizo las maletas. Sospechaba que lo habían dejado
rápidamente por el secreto de su padre que sólo ella  y Ashley DiLaurentis conocía.
Había jurado no pensar sobre eso otra vez al minuto en que el avión
despegara, y después de vivir en Reykjavik por algunos meses, Rosewood se
convirtió en un recuerdo lejano. Sus padres parecían caer de nuevo enamorados e
incluso su hermano totalmente provincial aprendió a hablar islandés y francés.
Y Demi cayó enamorada… algunas veces, de hecho.
¿Así que, qué si los chicos de Rosewood no les gustaba la rareza de Demi? Los
islandeses -ricos, mundanos, y fascinantes islandeses- seguro lo hicieron. Y al
instante en que se mudaron allí, conoció a un chico llamado Hallbjom. Tenía
diecisiete años, un DJ, tenía tres ponis y la más bella estructura ósea que ella nunca
había visto. Se ofreció a llevarla a los geiseres de Islandia, y luego, cuando vieron
un murmullo y éstos dejaron una gran nube de vapor, él la besó. Después de
Hallbjorn fue Lars, a quien le gustaba jugar con su viejo títere, Pigtunia -la que
aconsejaba a Demi sobre su vida amorosa- y le dio la mejor fiesta toda la noche en el
puerto. Se sentía adorable y sexy en Islandia. Allí, se convirtió en Demi la islandesa,
la mejor Demi hasta ahora. Encontró su estilo -uno entre bohemio y hipster girl, con
un montón de capas, botas con cordones, y vaqueros APC, que compró en un viaje
a París- leyó a filósofos franceses, viajó en el Eurail, con sólo un anticuado mapa y
un solo cambio de ropa interior.
Pero ahora, cada visión de Rosewood desde la ventana del auto, le recordaba el
pasado que quería olvidar. Allí estaba el Ferra’s Cheesesteaks, donde pasó horas
con sus amigas de la escuela. Allí estaba el club country de la piedra cerrada, sus
padres no pertenecían, pero había ido con Selena una vez; sintiéndose atrevida,                                       Demi había caminado hacia su amor platónico, Sterling Kahn y le preguntó si quería
compartir un sándwich de helado con ella. Él la rechazó con frialdad, por
supuesto.
Y allí estaba el sol, la línea de árboles, la carretera donde Ashley DiLaurentis solía
vivir. Mientras el auto se detenía en el cuarto símbolo de pare, Demi miró fijamente;
podía verla, la segunda casa de la esquina. Allí había un montón de basura en la
acera, pero por otra parte, la casa estaba tranquila y en silencio. Podía verla sólo un
momento antes de cubrir sus ojos. En Islandia, los días pasaban y casi podía
olvidarse de Ash, de sus secretos, y de lo que había sucedido. Había estado de
vuelta en Rosewood por menos de diez minutos, y Demi prácticamente podía
escuchar la voz de Demi en cada recodo de la calle y veía su reflejo en la ventana de
cada casa. Se hundió en su asiento, tratando de no llorar.
Su padre continuó por unas cuantas calles, hasta detenerse en su vieja casa, de un
posmoderno marrón oscuro con una sola ventana cuadrada, justo en el centro, una
decepción enorme después de la casa adosada frente al mar azul desteñido de
Islandia. Demi siguió a sus padres dentro y entraron en habitaciones separadas.
Escuchó a Justin contestar su móvil afuera y giró sus manos hacia el brillante polvo
flotando en el aire.
—¡Mamá! —Justin corrió hacia la puerta del frente—. Hablé con Chad, y dice que
las primeras pruebas de lacrosse son hoy.
—¿Lacrosse? —Ella salió del comedor—. ¿Ahora?
—Sí —dijo Justin—. ¡Yo voy! —Corrió por las escaleras hacia su vieja habitación.
—¿Demi, cariño? —La voz de su madre la hizo volverse—. ¿Puedes llevar a Justin a
la práctica?                                                                                                                                               Demi dejó escapar una pequeña risa.
—¿Um, mamá? No tengo mi licencia.
—¿Y? Conducías todo el tiempo en Reykjavik. El campo de lacrosse sólo está a un
par de millas, ¿no? Lo peor que puede pasar, es que golpees una vaca. Solamente
espera hasta que él haya terminado                                                                                                  
Demi se detuvo. Su madre ya sonaba agotada. Escuchó a su papá en la cocina
abriendo y cerrando gabinetes y farfullando en voz baja. ¿Podrían sus padres
amarse aquí como lo hacían en Islandia? ¿O podrían las cosas volver a ser como
solían ser?
—Bien —murmuró. Dejó sus maletas en el pasillo, agarró las llaves del auto, y se
deslizó en el asiento delantero.
Su hermano se subió a su lado, asombrosamente vestido con su equipo. Golpeó la
red de su palo entusiasmadamente, le dio una conocedora y malvada sonrisa.
—¿Feliz de volver?
Demi solamente suspiró en respuesta. Todo el camino, Justin tuvo sus manos
presionadas contra la ventana del auto, gritando cosas como, “¡Allí está la casa de
Caleb! ¡Derribaron la rampa de skate!” y “¡La mierda de las vacas huele igual!” En
el vasto, y bien cortado campo de práctica, ella apenas había detenido el auto
cuando Justin abrió la puerta e inmediatamente salió.
Se deslizó de nuevo en el asiento, mirando hacia el techo, y respiró. “Emocionada de
volver,” murmuró. Un globo aerostático flotaba serenamente a través de las nubes.
Solía ser tan placentero verlos, pero hoy ella no estaba centrada en eso, cerró un
ojo, y pretendió aplastar el globo entre su pulgar e índice.
Un montón de chicos en camisetas blancas de Nike, pantalones cortos holgados, y
gorras de béisbol volteadas caminaban lentamente cerca de su auto hacia la casa en
el campo. ¿Ves? Todos los chicos de Rosewood eran copias exactas. Demi parpadeó.
Uno de ellos incluso estaba vistiendo la misma camiseta Nike de la Universidad de
Pennsylvania que Sterling Kahn, el chico del sándwich de helado que amaba en
octavo grado, solía llevar. Miró el claro cabello del chico. Espera. ¿Ese
era… él? Oh Dios. Era él. Demi no podía creer que estuviera llevando la misma
camiseta que vestía cuando tenía trece años. Probablemente lo hacía por suerte o
alguna otra extraña superstición de deportista.
Sterling la miró de soslayo, entonces, caminó hacia su auto y golpeó en la ventana.
Ella la bajó.
—¿Eres esa chica que se fue al Polo Norte, Demi, cierto? ¿Eras la amiga de Ash D? —Sterling continuó.
El estómago de Demi se desplomó.
—Um —dijo.
—No, hombre —James Freed, el segundo chico más caliente en Rosewood, vino
detrás de Sterling—. Ella no se fue al Polo Norte, fue a Finlandia. Ya sabes, de donde
es esa modelo Svetlana. ¿La que se parece a Alexz?
Demi se frotó la parte trasera de su cabeza. ¿Alexz? ¿Alexz Marin?
Un silbato sonó, y Sterling metió la mano en el auto y tocó el brazo de Aria.
—¿Te vas a quedar y mirarás la práctica, cierto, Finlandia?
—Uh… ja — dijo Demi.
—¿Qué es eso, un gruñido finlandés de sexo? —rió James.
  Demi rodó los ojos. Estaba muy segura de que ja era el finlandés para sí, pero por
supuesto, estos chicos no sabían eso.
—Que se diviertan jugando con sus bolas. —Sonrió con cansancio.
Los chicos se empujaron entre ellos, entonces, se alejaron, golpeando sus palos de
lacrosse de aquí para allá incluso antes de llegar al campo. Demi miró por la
ventana. Cuan irónico. Esta era la primera vez que había coqueteado con un chico
en Rosewood —especialmente Sterling— y a ella incluso no le importó.
A través de los árboles, podía distinguir la aguja que pertenecía a la capilla del
Hollis College, la pequeña escuela liberal de arte donde su padre enseñaba. En la
calle principal del Hollis había un bar, Snookers. Se enderezó y miró su reloj. Dos
treinta. Éste debería estar abierto. Podía ir y tomar una cerveza o dos y tratar de
divertirse.
Y oye, quizás la cerveza podría hacer que los chicos de Rosewood lucieran bien.
Los bares en Reykjavik olían a cerveza recién hecha, madera vieja, y cigarrillos
franceses, Snookers olía a una mezcla de cuerpos muertos, perros calientes
podridos y sudor. Y Rosewood como todo lo demás en Rosewood, le traía
recuerdos: Una noche de viernes, Ashley DiLaurentis había desafiado a Demi a ir a
Snookers y ordenar un screaming orgasm. Demi había esperado en la fila detrás de
unos chicos ricos de universidad, y cuando el bravucón no le permitió entrar, ella
se quejó, “Pero mi screaming orgasm está allí.” Entonces, se dio cuenta de lo que
había dicho y huyó hacia sus amigas, que estaban agachadas detrás de un auto en
el aparcamiento. Todas rieron tan fuerte que tuvieron hipo.
—Amstel —dijo al barman después de cruzar los paneles de vidrio de la puerta
delantera, aparentemente allí no necesitaban un bravucón a las dos treinta de un
sábado. El barman la miró con duda pero entonces puso una cerveza en frente de
ella y se alejó. Demi tomó un gran sorbo. Sabía suave y aguada. La escupió de
vuelta en el vaso.
—¿Está todo bien aquí?
Demi se giró. A tres taburetes estaba un tipo con cabello desordenado y ojos
cafe. Estaba mirando algo en un pequeño vaso.
Demi frunció el ceño.
—Sí, olvidé cómo sabía la cerveza aquí. He estado en Europa por dos años. La
cerveza es mejor allá.
—¿Europa? —El tipo sonrió. Tenía una hermosa sonrisa—. ¿Dónde?
Demi vuelta.
—Islandia.
Sus ojos se iluminaron.
—Una vez pasé unas noches en Reykjavik en mi camino a Ámsterdam. Allí había
una gran y sorprendente fiesta en el puerto.
Demi puso sus manos alrededor del vaso de cerveza.
—Sí —dijo, sonriendo—. Ellos tienen las mejores fiestas allá.
—¿Estuviste allá para las luces del norte?
—Por supuesto —respondió Demi—. Y el sol de medianoche. Teníamos esas
increíbles reuniones en verano… con la mejor música —Ella miró a su vaso—.
¿Qué estás tomando?
—Scotch —dijo él, ya señalando al barman—. ¿Quieres una?
Ella asintió. El hombre corrió los tres taburetes hacia ella. Tenía unas manos lindas
con largos dedos y uñas ligeramente rotas. Llevaba un pequeño botón en su
chaqueta de pana que decía, ¡LAS MUJERES INTELIGENTES VOTAN!
—¿Así que vivías en Islandia? —sonrió de nuevo—. ¿Igual que un año de estudio
en el exterior?
—Bueno, no —dijo Demi. El barman puso la Scotch frente a ella. Tomó un gran
trago de cerveza. Su garganta y pecho inmediatamente crepitaron—. Yo estaba en
Islandia porque…
Se detuvo.
—Sí, era mi, uh, año en el exterior. —Permitiendo que pensara lo que él quisiera.
—Genial —asintió—. ¿Dónde estuviste antes de eso?
Se encogió de hombros.
—Um… aquí en Rosewood —sonrió y rápidamente agregó—. Pero me gustó estar
allá, es mucho mejor.
Él asintió.
—Yo estaba totalmente deprimido de venir a Estados Unidos después de
Ámsterdam.
—Lloré todo el tiempo de vuelta a casa. —Admitió Demi, sintiéndose ella misma —
su nueva y mejorada yo islandesa— por primera vez desde que había regresado.
No sólo era ella hablando con un lindo e inteligente chico sobre Europa, sino que
éste debería ser el único chico en Rosewood que no conocía a su Demi de
Rosewood, la extraña amiga de una hermosa chica desaparecida—. Así que, ¿vas a
la escuela aquí? —preguntó.
—Ya me gradué. —Se limpió la boca con una servilleta y encendió un Camel. Le
ofreció a ella uno del paquete, pero sacudió la cabeza—. Ahora hago algo de
enseñanza.
Demi tomó otro trago de su Scotch y se dio cuenta de que ya se había acabado.
Wow.
—Me gustaría enseñar, creo. Una vez que termine la escuela. O eso, o escribir obras.
—¿Sí? ¿Obras? ¿Cuál es tu especialidad?
—¿Um, Inglés? —El barman puso otra Scotch en frente de ella.
—¡Eso es lo que estoy enseñando! —él dijo. Mientras lo decía, puso su mano en la
rodilla de Demi. Estaba tan sorprendida que retrocedió y casi bota su bebida. Él
alejó su mano. Ella se sonrojó.
—Lo siento —dijo, un poco avergonzado—. Soy Joe, por cierto.
—Demi. —De repente su nombre sonaba gracioso. Soltó una risita, perdió el
equilibrio.
—Whoa. —Joe agarró su brazo para estabilizarla.
Tres Scotches después, Demi y Joe habían establecido que ambos habían conocido
al mismo viejo marinero barman en el bar Borg en Reykjavik, que amaban la forma
en que bañarse en la laguna azul rica en minerales los hacía sentir somnolientos, y
realmente les gustó el olor a huevo podrido de azufre en las aguas termales. Los
ojos de Joe eran muy cafe y por un momento Demi quiso preguntar si él tenía
novia. Ella se sentía cálida por dentro y muy segura de que no era sólo por la Scotch.
—Tengo que ir al baño —dijo Demi.
Joe sonrió.
—¿Puedo ir?
Bueno, eso responde a la pregunta de la novia.
—Quiero decir, uh…—él frotó la parte trasera de su cuello—. ¿Fue eso demasiado
de mi parte? —preguntó, mirando bajo sus cejas fruncidas.
Su cerebro zumbó. Liarse con un extraño no era algo que realmente hiciera, al
menos no en Estados Unidos. ¿Pero no había dicho que quería ser la Demi islandesa?
Se levantó y tomó sus manos. Ellos se miraron todo el camino hacia el baño de
mujeres de Snookers. Allí había papel higiénico sobre todo el piso y olía incluso
peor que el resto del bar, pero a Demi no le importó. Mientras Joe la levantó sobre
el lavamanos y ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, todo lo que podía
oler era su esencia -una combinación de Scotch, canela, y sudor- y nunca algo había olido tan dulce.
Como decían en Finlandia o en donde quiera, ja.

1 comentarios:

nady_22w dijo...

YUUUUUUUUUUUUU WOUUUUUUUUUUUUUUUUU

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