lunes, 18 de julio de 2011

Lindas Mentirosas Capitulo 10 MARATON! 8/15


El primer prendedor de Alexz…
Aparentemente ¡estaban teniendo sexo en la habitación de los padres
de Bethany!
Alexz Marin miró fijamente a su mejor amiga, Bella Vanderwaal, a través de la
mesa. Era dos días antes de que la escuela comenzara y estaban sentadas en la
terraza del café inspirado en Francia, Rive Gauche, en el centro comercial King
James, tomando vino tinto, comparando Vogue con Teen Vogue, y contando
chismes. Bella siempre conocía la mejor basura de las personas. Alexz tomó otro
sorbo de vino y notó a un tipo de unos cuarenta y tantos mirando lascivamente
hacia ellas. Un normal Humbert Humbert*, pensó Alexz, pero no lo dijo en voz
alta. Bella no comprendería la referencia literaria, pero sólo porque Alexz era la
chica más solicitada en Rosewood Day no quería decir que estuviera por encima de probar los libros de lectura recomendada para el verano en Rosewood Day de vez en cuando, especialmente cuando estaba acostada a lado de su piscina con nada para hacer. Además Lolita parecía deliciosamente sucio.
Bella se giró alrededor para ver a quién estaba mirando Alexz. Sus labios se
curvaron hacia arriba en una traviesa sonrisa. —Deberíamos deslumbrarlo.
—¿A la cuenta de tres? —Los ojos ámbar de Alexz se ensancharon. Bella asintió.
A la de tres, las chicas lentamente levantaron el dobladillo de sus ya por-las-nubes
minis, enseñando sus pantys. Los ojos de Humbert se sobresaltaron y derribó el
vaso de Pinot sobre la entrepierna de sus caquis. —¡Mierda! —gritó antes de salir
disparado hacia el baño.
—Lindo —dijo Bella. Tiraron sus servilletas sobre sus ensaladas sin comer y se
prepararon para marcharse.
Se habían hecho amigas el verano entre octavo y noveno grado, cuando ambas
habían sido echadas de las pruebas para animadoras de primer año de Rosewood.
Juraron que entrarían al equipo al año siguiente, decidieron perder toneladas de
peso –así podrían ser las lindas y alegres chicas que los chicos arrojaban al aire.
Pero una vez que consiguieron ser flacas y magníficas, decidieron que animar
había pasado y que las animadoras eras perdedoras, entonces nunca se molestaron en volver a hacer la prueba para entrar al equipo.
Desde entonces, Alexz y Bella compartían todo, bueno, casi todo. Alexz no le
había dicho a Bella cómo había perdido peso tan rápidamente. Era demasiado
grotesco como para hablar de eso. Mientras que una dura dieta de semillas de fruta era sexy y admirable, no había nada, nada glamoroso sobre comer una tonelada de basura mantecosa, grasienta y de preferencia llena de queso y luego vomitar todo eso. Pero Hanna estaba por sobre ese pequeño mal hábito por ahora, entonces realmente no importaba.
—Sabes que ese tipo había metido la pata —susurró Bella, reuniendo las revistas
en un montón. —¿Qué va a pensar Jorge?
—Se reirá —dijo Alexz.
—Uh, no pienso eso.
Alexz se encogió de hombres. —Podría. Bella resopló. —Si, deslumbrando a extraños va bien con una promesa de virginidad.
Alexz miró hacia abajo a sus tacos morados Michael Kors. La promesa de
virginidad. Alexz era increíblemente popular, tenía un extraordinariamente
caliente novio, Jorge Ackard -el chico que había deseado desde séptimo grado- que se había estado comportando un poco extraño últimamente. Él siempre había sido el Sr. All-American Boy Scout*- mientras era voluntario en su antiguo hogar y
sirviendo pavo a los sin casa en el Día de Acción de Gracias –pero anoche, cuando Alexz, Jorge, Bella, y un puñado de otros chicos pasaban el rato en el jacuzzi de cedro de Jim Freed, encubiertamente bebiendo Coronas (marca de cerveza), Jorge había tomado un mando de All-American Boy Scout. Había anunciado, un poco orgullosamente, que había firmado una “promesa” de virginidad y había prometido no tener sexo antes del matrimonio. Todos, Alexz incluida, habían estado demasiado atontados para responder.
—Él no hablaba en serio —dijo Alexz con seguridad. ¿Cómo podría haberlo
hecho? Un puñado de niños firmaban la promesa; Alexz calculaba que sólo era
una tendencia pasajera, como esos brazaletes de Lance Armstrong o Yogalates*.
—¿Tú crees? —Bella sonrió con satisfacción, apartando su largo flequillo fuera de
sus ojos. —Vamos a ver qué sucede en la fiesta de Sterling el próximo viernes.
Alexz apretó sus dientes. Parecía como si Bella se estuviera riendo de ella. —
Quiero ir de compras —dijo, levantándose.
—¿Qué te parece Tiffany’s? —preguntó Bella.
—Sensacional.
Dieron un paseo por la nueva sección de lujo del centro comercial King James, que tenía un Burberry, un Tiffany’s, un Gucci, y un Coach; olía al último perfume de Michael Kors; y estaba abarrotado de chicas lindas de-regreso-a-preparatoria con sus bellas mamás. En un viaje de compras a solas hace unas semanas atrás, Alexz había visto a su antigua amiga Selena Hastings deslizándose un nuevo Kate
Spade, y recordaba cómo ella solía hacer una orden especial de una temporada
entera que valía la pena de bolsos de hombro de nylon desde Nueva York.
Alexz se sintió divertida por saber ese tipo de detalles sobre alguien de la cual ya
no era amiga. Y mientras veía a Selena examinando las valijas Kate Spade de
cuero, Alexz se preguntó si Selena estaba pensando lo que ella estaba pensando:
esta nueva ala del centro comercial era justo el tipo de lugar que Ash DiLaurentis
hubiera amado. Alexz a menudo pensaba en todas las cosas que Ashley se había
perdido – la fogata de regreso a casa el año pasado, la fiesta de karaoke de Lauren Ryan para sus dulces dieciséis en la mansión de su familia, el regreso de los zapatos de punta redonda, las fundas de cuero para iPod nano Channel… iPod
nanos, en general. Pero ¿la cosa más grande que Ash se había perdido? El cambio de imagen de Alexz, por supuesto –y lo que ella había hecho fue como un
cañonazo. A veces, cuando Alexz daba vueltas en frente de su espejo de cuerpo
entero, pretendía que Ash estaba sentada detrás de ella, criticando sus conjuntos de la forma en que solía hacerlo. Alexz  había desperdiciado tantos años siendo una gorda y pegajosa perdedora, pero las cosas eran tan diferentes ahora.
Ella y Bella se dirigieron hacia Tiffany’s; estaba lleno de vidrio, cromo, y luces
blancas que hacían que los impecables diamantes brillaran incluso más. Bella
merodeaba alrededor de las vitrinas y entonces levantó las cejas hacia Alexz.
—¿Tal vez un collar?
—¿Qué hay sobre un encantador brazalete?
—Perfecto.
Caminaron hacia la vitrina y miraron el encantador brazalete de plata con un
prendedor en forma de corazón. —Tan lindo —suspiró Bella.
—¿Interesadas? —Preguntó una elegante dependienta mayor.
—Oh, no lo sé —dijo Alexz.
—Te viene bien. —La mujer abrió la vitrina y tanteó alrededor por el brazalete. —
Está en todas las revistas.
Alexz le dio un codazo a Bella. —Pruébatelo tú.
Bella lo deslizó en su muñeca. —Es verdaderamente hermoso. —Entonces la
mujer se giró hacia otro cliente. Cuando lo hizo, Bella deslizó el brazalete fuera de
su muñeca y lo metió dentro de su bolsillo. Al mismo tiempo, Alexz apretó sus
labios y le hizo señas a otra dependienta, una chica de cabello rubio-miel que
usaba brillo labial color coral.
—¿Puedo probarme ese brazalete de ahí, el con el amuleto redondo?
—¡Seguro!— La chica abrió la vitrina. —Tengo uno de esos para mí.
—¿Qué hay sobre los aros a juego, también?— Alexz los señaló.
—Por supuesto.
Bella se había movido hacia los diamantes. Alexz sostuvo los aros y el brazalete
en sus manos. Juntos, eran $350. Repentinamente, un enjambre de chicas japonesas abarrotaron el mostrador, todas señalando a otro brazalete con un amuleto redondo en la vitrina de vidrio. Alexz examinó el techo en busca de cámaras y las puertas por detectores.
—Oh, Alexz, ¡ven a ver el Lucero! —gritó Bella.
Alexz se detuvo. El tiempo se hizo más lento. Deslizó el brazalete en su muñeca y
luego lo movió más arriba dentro de su manga. Atoró los aros en su monedero
color cereza con las iniciales Louis Vuitton grabadas. El corazón de Alexz
golpeaba con fuerza. Esta era la mejor parte de tomar cosas: la sensación de
anticipación. Se sentía toda agitada y viva.
Bella señaló con la mano un anillo de diamante hacia ella. —¿No se vería bien en
mí?
—Vamos. —Alexz agarró su brazo. —Vamos a Coach.
—¿No te quieres probar alguno? —Bella puso mala cara. Ella siempre paraba
después de que sabía que Alexz había hecho el trabajo.
—Nah —dijo Alexz. —Los bolsos están gritando nuestros nombres. —Sentía la
cadena de plata del brazalete presionando gentilmente en un brazo. Tenía que
conseguir salir de ahí mientras las chicas japonesas todavía estaban haciendo
alboroto alrededor del mostrador. La dependienta no había vuelto a mirar en su
dirección.
—Bien —dijo Bella dramáticamente. Tomó el anillo -sosteniéndolo por sus
diamantes, lo que incluso Alexz sabía que se suponía no debías hacer- de regreso
a la dependienta. —Esos diamantes son muy pequeños —dijo. —Lo siento.
—Tenemos otros —intentó la mujer.
—Vamos —dijo Alexz, agarrando el brazo de Bella. Su corazón martilleaba
mientras hilaban su camino por Tiffany’s. El amuleto tintineó en su muñeca, pero
mantuvo su manga tirada hacia abajo. Alexz era una experimentada profesional
en esto primero había sido el dulce suelto en la tienda abierta las veinticuatro
horas Wawa, luego CDs de Tower, luego camisetas de bebé de Ralph Lauren –y se sentía más grande y más poderosa cada vez. Cerró sus ojos y cruzó el umbral,
preparándose a sí misma para que las alarmas se dispararan. Pero nada pasó. Estaban fuera. Bella apretó su mano. —¿Conseguiste uno también?
—Por supuesto. —Movió el brazalete alrededor de su muñeca. —Y estos. —Abrió
el monedero y le mostró a Bella los aros.
—Mierda. —Los ojos de Bella se ensancharon.
Alexz sonrió. A veces se sentía tan bien superar a tu mejor amiga. No queriendo
traer mala suerte, se alejó rápidamente de Tiffany’s y escuchó por si alguien las
venía persiguiendo. El único ruido, sin embargo, era el borboteo de la fuente y una
versión de Muzak de —¡Oops! Oh sí, lo hice, pensó Alexz.

1 comentarios:

nady_22w dijo...

yu alex se hizo una chica mala

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