lunes, 18 de julio de 2011

Lindas Mentirosas Capitulo 11 MARATON! 9/15


Selena camina por las Tablas
Cariño, no debes comer mejillones con las manos. No está bien.
Selena Hastings miró a través de la mesa a su madre, Lissa, que
nerviosamente deslizaba sus manos a través de su perfectamente destacado cabello rubio cenizo. —Lo siento —dijo Selena, tomando el ridículamente pequeño
tenedor para comer mejillones.
—Realmente no creo que Emma deba estar viviendo en la casa de la ciudad con
todo ese polvo. —La Sra. Hastings dijo a su esposo, ignorando la disculpa de
Selena.
Fernando Hastings rodó su cuello. Cuando él no estaba ejerciendo la abogacía, estaba montando bicicleta furiosamente en todos los caminos de Rosewood con apretadas y coloridas camisetas y pantalones, agitando el puño al pasar a los autos. Todo ese ciclismo le daba un dolor crónico en sus hombros.
—¡Todo ese martilleo! No sé cómo ella consiguió terminar sus estudios — continuó la Sra. Hastings. Selena y sus padres estaban sentados en el Moshulu, un restaurante a bordo de un barco en el puerto de Filadelfia, esperando para que la hermana de Selena, Emma, los encontrara para cenar. Era una gran cena de celebración porque Emma se había graduado de la licenciatura en U Penn un año antes y había entrado en la Escuela de Negocios Penn Wharton. La casa del centro de la ciudad de Filadelfia estaba siendo reformada como un regalo de sus padres para Emma.
En sólo dos días, Selena estaría empezando su tercer año en Rosewood y tendría
que entregarse al calendario del año lleno: cinco AP’s*, capacitación en liderazgo,
campaña de organización de caridad, la edición del anuario, audiciones de drama,
practicas de hockey, y enviar solicitudes lo antes posible para el programa de
verano, ya que todos sabían que la mejor manera de lograr entrar en Iv* era entrar
en uno de sus campamentos de verano pre-College. Pero había una cosa que
Selena había esperado este año: mudarse al granero remodelado que estaba en la parte trasera de la propiedad de su familia. Conforme con sus padres, este era el camino perfecto para prepararla para el College —¡Solo mira cómo había
funcionado con Emma! Decían. Pero Selena estaba feliz de seguir los pasos de su
hermana en este caso, ya que ellos la condujeron a la tranquila y luminosa casa de huéspedes donde Selena escaparía de sus padres y sus constantes ladridos de labradoodles.*
Las hermanas tenían una tranquila y larga rivalidad en la que Selena había
perdido siempre: Selena había ganado el Premio Presidencial al Estado Físico
cuatro veces en la primaria; Emma lo había ganado cinco. Selena obtuvo el
segundo lugar en el concurso de geografía del séptimo grado, Emma obtuvo el
primero. Selena estaba en el comité del anuario, en todas las obras de la escuela, y estaba tomando cinco clases AP este año; Emma había hecho todas estas cosas en su tercer año además de trabajar en la granja de caballos de su madre y entrenaba para la maratón de Filadelfia por la investigación de la leucemia. No importaba cuan altos eran los GPA* de Selena o cuantas actividades extra-curriculares ella pusiera en su horario, nunca estaría cerca del nivel de perfección de Emma.
Selena tomó otro mejillón con sus dedos y lo metió en su boca. Su papá amaba
ese restaurante, con esos oscuros revestimientos de manera, gruesos tapetes
orientales, y el embriagador olor de mantequilla, vino tinto, y aire salado. Sentados
entre mástiles y velas, se sentía como si pudieras saltar sobre la borda hacía el
puerto. Selena miró hacia la Rivera Schuylkill al gran burbujeante acuario en
Camden, Nueva Jersey. Un barco enorme de fiesta decorado con luces navideñas
flotaba junto a ello. Alguien disparó juegos artificiales amarillos frente a la
cubierta. Ese bote estaba teniendo más diversión del que el de ello estaba teniendo.
—¿Cuál es el nombre del amigo de Emma? —su madre murmuró.
—Creo que es kevin —Selena dijo. En su cabeza, ella añadió, al igual que las aves flacas.
—Ella me dijo que él estaba estudiando para ser doctor. —Su madre dijo.— En U
Penn
—Claro que sí —Selena dijo con voz cantarina. Masticó un pedazo de concha de
mejillón e hizo una mueca de dolor. Emma estaba trayendo a su novio de dos
meses a cenar. La familia todavía no lo conocía -él había estado visitando a su
familia o algo así- pero los novios de Emma eran todos iguales: guapos como de
libros de texto, de buenos modales, jugadores de golf. Emma no tenía una pizca
de creatividad en su cuerpo y claramente buscaba la misma predecibilidad en sus
novios.
—¡Mamá! —una familiar voz llamó detrás de Selena.
Emma se abalanzó al otro lado de la mesa y dio a sus padres un gran beso. No
había cambiado desde la secundaria: su cabello rubio cenizo estaba cortado en
puntas hasta su barbilla, no llevaba maquillaje excepto por un poco de base, y
vestía un desaliñado vestido amarillo de cuello cuadrado, una chaqueta de color
rosa con perlas de botones, y los zapatos de tacón kitten casi lindos.
—¡Cariño! —su madre gritó.
—Mamá, papá, aquí está Kevin —Emma puso la mano en alguien a su lado.
Selena trató de mantener su boca cerrada. No había nada de flaco, como pájaro, o
libro de texto en Kevin. Él era alto y larguirucho y vestía una bellamente cortada
camisa Thomas Pink. Su cabello negro estaba cortado en un estilo largo,
enmarañado y desaliñado. Tenía piel hermosa, altos pómulos, y ojos almendrados. Kevin sacudió las manos de sus padres y se sentó en la mesa. Emma le preguntó a su mamá algo sobre a dónde enviar la cuenta del fontanero, mientras Selena esperaba ser presentada. Kevin pretendió estar realmente interesado en el descomunal vaso de vino.
—Soy Selena—ella dijo finalmente. Se preguntó si su respiración olía a
mejillones. —La otra hija —Selena asintió hacia el otro lado de la mesa —La que
ellos mantienen en el sótano.
—Oh —Kevin sonrió. —Genial.
¿Era ese un acento británico el que escuchó? —¿No es extraño que ellos no te han preguntado una sola cosa sobre ti? —Selena señaló a sus padres. Ahora ellos
estaban hablando sobre contratistas y la mejor manera para usar en el suelo de la
sala. Kevin se encogió de hombros, y entonces susurró, —Un poco —él guiñó.
De repente, Emma agarró la mano de Kevin. —Oh, mira ya la has conocido — dijo
ella
—Sí —sonrió él— No me dijiste que tenías una hermana.
Claro que ella no lo había hecho.
—Así que, Emma —la Sra. Hastings dijo— Papi y yo estamos hablando sobre
dónde deberías quedarte mientras las renovaciones pasan. Y he pensado en algo.
¿Por qué no vienes a Rosewood a vivir con nosotros por un par de meses? Puedes viajar diariamente a Penn; sabes cuán fácil es.
Emma arrugó su nariz. Por favor di no, por favor di no, Selena pensó.
—Bueno —Emma ajustó la correa de su vestido amarillo. Cuanto más Selena se
quedaba mirándolo, más el color hacía lucir a Emma como si ella tuviera la gripe.
Emma miró a Kevin —La cosa es… Kevin y yo vamos a mudarnos a la casa en la
ciudad… juntos.
—¡Oh! —su madre sonrió a los dos. —Bueno… Supongo que Kevin podría
quedarse con nosotros también… ¿Qué piensas, Fernando?
Selena tenía agarrados sus pechos para guardar su corazón de la explosión en su
pecho. ¿Iban a mudarse juntos? Su hermana realmente tenía algo de agallas. Sólo podía imaginarse qué sucedería si ella soltara una bomba como esa. Mamá
realmente haría a Selena vivir en el sótano, o quizás en el establo. Ella podría
establecer una tienda junto a la compañera cabra de los caballos.
—Bueno, supongo que eso está bien —dijo su padre. ¡Increíble!— Ciertamente será tranquilo. Mamá se pasa la mayor parte del día en el establo, y Selena por
supuesto estará en la escuela.
—¿Estás en la escuela? —preguntó Kevin— ¿Dónde?
—Ella está en secundaria —Emma interrumpió. Ella miró fijamente a Selena,
como si estuviera comparándola. Desde el apretado vestido de tenis Lacoste de
Selena, el cabello ondulado rubio oscuro, hasta sus pendientes de diamante de
dos quilates. —La misma secundaria a la que yo fui. Nunca pregunté, Selena.
¿eres la presidenta de la clase este año?
—VP* —balbuceó Selena. No había manera de que Emma no lo supiera ya.
—¿OH, no eres tan feliz de que resultara de esa forma? —Emma preguntó.
—No —Selena dijo categóricamente. Ella había corrido por el primer lugar la
primavera pasada, pero había sido sacada y había obtenido la vacante de VP. Ella
odiaba perder en cualquier cosa.
Emma sacudió su cabeza. —No entiendes Selena, es demasiado trabajo. Cuando
fui presidenta, ¡difícilmente tenía tiempo para algo más!
—Tienes muy pocas actividades, Selena —murmuró la Sra. Hastings. —Está el
anuario, y todos esos juegos de hockey…
—Además, Selena, asumirás si el presidente, ya sabes… muere— Emma guiñó
hacia ella como si estuvieran compartiendo un chiste, lo que no estaban haciendo.
Emma se giró hacia sus padres. —Mamá, creo que tengo una mejor idea. ¿Por qué Kevin y yo no nos quedamos en el granero? Entonces estaremos fuera de tu camino.
 Selena sintió como si alguien la hubiera golpeado en los ovarios. ¿El granero?
La Sra. Hastings llevó un dedo con manicura francesa a su perfectamente pintada
boca. —Hmm —declaró. Se giró tentativamente hacia Selena. —¿Serías capaz de esperar unos pocos meses, cariño? Entonces el granero será todo tuyo.
—¡Oh! —Emma soltó su tenedor. —¡No sabía que ibas a mudarte allí, Selena! No
quiero causar problemas...
—Está bien —interrumpió Selena, agarrando su vaso de agua fría y tomando un
gran trago. Se ordenó a sí misma no hacer un berrinche en frente de sus padres y la perfecta Emma. —Puedo esperar.
—¿De verdad? —Emma preguntó. —¡Eso es tan dulce de tu parte!
Su madre presionó su fría y delgada mano contra la de Selena y sonrió con
alegría. —Sabía que entenderías.
—¿Pueden perdonarme? —Selena vertiginosamente empujó su asiento hacia tras
de la mesa y se levantó. —Estaré de regreso —Caminó sobre el piso de madera del bote, bajó por las escaleras alfombradas, y salió por la entrada principal. Ella
necesitaba llegar a tierra firme.
Fuera en el pasillo del Penn, el horizonte de Filadelfia brillaba. Selena se sentó en un banco y respiró como en el yoga. Entonces sacó su cartera y empezó a ordenar el dinero. Los giró todos desde unos, cincos y veintes en la misma dirección y alfabetizándolos de acuerdo a la combinación de letra y numero impresos en verde en las esquinas. Hacer esto siempre la hacía sentirse mejor. Cuando terminó, miró hacia la cubierta del comedor. Sus padres estaban de cara al río, así que ellos no podían verla. Excavó a través de su bolso bronce de Hogan por su paquete de emergencia de Marlboro y encendió uno.
Tomó una calada y después otra. Robar el granero era demasiado malvado, pero
hacerlo de una forma tan educada era el estilo de Emma -ella siempre había sido
buena por fuera pero horrible por dentro. Y nadie podía verlo a excepción de
Selena.
Ella se había vengado de Emma sólo una vez, unas cuantas semanas antes de que terminara el séptimo grado. Una noche, Emma y su novio de entonces, Zac
Thomas, estaban estudiando para los finales. Cuando Zac se iba, Selena lo
acorraló fuera cerca a su SUV, que él había parqueado detrás de la hilera de pinos
de su casa. Ella simplemente había querido coquetear Zac estaba desperdiciando
su belleza en su escueta y santurrona hermana así que ella dio a Ian un beso de despedida en la mejilla. Pero cuando él la apretó contra la puerta del pasajero, ella
no trató de huir. Ellos sólo pararon de besarse cuando la alarma de su auto empezó a sonar.
Cuando Selena le dijo a Ashley sobre esto, Ashley dijo que era algo muy horrible y
que debía confesárselo a Emma. Selena sospechó que Ash estaba enojada porque ellas habían tenido una competencia todo el año sobre quién podría liarse con los chicos más maduros, y besar a Zac ponía a Selena como líder.
Selena inhaló bruscamente. Ella odiaba estar recordando ese periodo de su vida.
Pero la vieja casa de los DiLaurentis estaba justo al lado de la suya, y la ventana de la habitación de Ash daba a la de Selena era como Ash frecuentaba su 24/7. Todo lo que Selena tenía que hacer era mirar fuera de su ventana y allí estaba Ash, colgando su uniforme de hockey justo donde Selena podía verlo o paseándose por su habitación chismeando en su móvil.
Selena quería pensar que ella había cambiado mucho desde el séptimo grado.
Todas habían sido tan malas -especialmente Ashley- pero no sólo Ashley. Y el peor recuerdo de todo era el asunto… El asunto de Vanessa. Pensar en lo que hizo Selena se sentía tan horrible, que ella deseó poder borrarlo de su cerebro como lo hacían en la película El Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos.
—No deberías estar fumando, ya sabes.
Ella se giró, y allí estaba Kevin parado justo a su lado. Selena lo miró, sorprendida. —¿Qué estás haciendo aquí abajo?
—Ellos estaban… —él abrió y cerró sus manos una contra la otra, como bocas
hablando.
—Y yo tengo algo aquí. —Sacó una BlackBerry.
—Oh —Selena dijo. —¿Es eso del hospital? Escuché que eres un doctor
influyente.
—Bueno, no, realmente, sólo soy estudiante de primer año de medicina —dijo
Kevin, y entonces apuntó a su cigarrillo. —¿Te importa si tengo un poco de eso?
Selena torció las esquinas de su boca hacia arriba con ironía. —Me dijiste que no
fumara —dijo, entregándoselo a él.
—Sí, bueno —Kevin tomó una profunda calada del cigarrillo. —¿Estás bien?
—Lo que sea —Selena no quería hablar de cosas con el nuevo novio de su
hermana que había robado su granero para vivir en él. —¿De dónde eres?
—Norte de Londres. Aunque, mi papá es coreano. Él se mudó a Inglaterra para ir a Oxford y terminó quedándose. Todos preguntan.
—OH, yo no iba a hacerlo —Selena replicó, a pesar de que había pensado en ello.
—¿Cómo se conocieron tú y mi hermana?
—En un Starbucks —contestó. —Ella estaba en la fila delante de mí.
—OH —dijo Selena. Increíblemente flojo.
—Ella estaba comprando un latte —agregó Kevin golpeando el bordillo de piedra.
—Eso es lindo —Selena manipuló su paquete de cigarrillos.
—Eso fue hace pocos meses —él tomó otra entrecortada calada, sus manos
temblando un poco y sus ojos girando alrededor. —Yo la imaginaba antes de llegar
a la casa de la ciudad.
—Correcto —dijo Spencer, dándose cuenta que él parecía un poco nervioso.
Quizás estaba tenso por la reunión con sus padres. ¿O era irse a vivir con Melissa
lo que lo tenía sobre el borde? Si Spencer fuera un chico que tuviera que mudarse
con Melissa, ella se arrojaría a al nido de cuervos de Moshulu o dentro del río
Schuylkill.
Él le devolvió el cigarrillo. —Espero que esté bien que vaya a quedarme en tu casa.
—Um, sí. Lo que sea.
Kevin lamió sus labios. —Quizás pueda conseguir que olvides tu adicción a fumar.
Selena se puso rígida —No soy adicta.
—Seguro no lo eres —contestó Kevin sonriendo.
Selena sacudió la cabeza enfáticamente. —No, nunca permitiría que eso
sucediera. —Y eso era verdad: Selena odiaba sentirse fuera de control
Kevin sonrió. —Bien, ciertamente suena como que sabes lo que estás haciendo.
—Lo sé.
—¿Eres de esa manera con todo? — preguntó Kevin, sus ojos brillando.
Allí había algo en la luz, burla en la forma en que él dijo eso que hizo que Selena
se detuviera. ¿Ellos estaban… coqueteando? Se miraron mutuamente por unos
cuantos segundos hasta que un gran grupo de gente silbando que esperaban el
bote sobre la calle. Selena bajó sus ojos.
—¿Así que, piensas que es hora de volver? —preguntó Kevin.
Selena vaciló y miró a la calle, llena de taxis, listos para llevarla a donde ella
quisiera. Casi quería preguntar a Kevin si tomaría uno de los taxis con ella para ir
al juego de béisbol en el Citizens Bank Park, dónde ellos podían comer perros
calientes, gritar a los jugadores, y contar cuantos strikeout el lanzador de los
Phillies acumularía. Ella podía usar los asientos de su papá que más que nada
eran malgastados, de todos modos y ella apostaba a que Kevin lo aceptaría. ¿Por
qué volver dentro, cuando su familia sólo continuaría ignorándolos? Un taxi paró
en la luz, a unos cuantos pies de ellos. Ella lo miró. Entonces miró a Kevin.
Pero no, eso estaría mal. ¿Y quién ocuparía el puesto de vice-presidente en caso de que él muriera y ella fuera asesinada por su propia hermana? —Después de ti —dijo Selena, y mantuvo la puerta abierta para él así ellos podrían subir de vuelta a bordo.

1 comentarios:

nady_22w dijo...

ME ENCANTO EL CAPI

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