domingo, 4 de septiembre de 2011

Lindas Mentirosas Capitulo 18 & 19 [Adaptacion ]



Al menos los camotes tienen mucha Vitamina A
De ella. Definitivamente de ella —Alexz susurró, apuntando.
—Nah. ¡Son muy pequeñas! —Bella susurró de vuelta.
—¡Pero mira la forma en que se engloban en lo alto! Totalmente falso —Alexz contradijo.
—Grosero. —Alexz arriscó la nariz y pasó sus manos por su propio y perfectamente redondeado trasero para asegurarse de que aún estaba perfectamente perfecto. Era media tarde de un miércoles, y ella y Bella estaban descansando en la terraza exterior de Yam, el café orgánico en el Club de Campo de los padres de Bella. Bajo ellas, un grupo de chicos de Rose Wood jugaban un partido rápido de golf antes de la cena, pero Alexz y Bella estaban jugando otro tipo de juego: adivinar las tetas falsas. O descubrir cualquier otra cosa falsa, y había muchas cosas falsas por aquí.
—Si, se ve como que su cirujano lo arruinó —Bella murmuró. —Creo que mi mamá juega tenis con ella. Le preguntaré.
Alexz miró de nuevo hacia la mujer con aspecto de duende de treinta y tantos junto al bar cuyo trasero se veía de verdad sospechosamente extra-suculento para el resto de su delgada figura al estilo de un mondadientes. —Moriría antes de
hacerme la cirugía.
Bella jugaba con el talismán de su brazalete Tiffany —el que ella, evidentemente, no tenía que devolver. —¿Crees que Demi Montgomery se ha hecho las suyas?
Alexz miró hacia arriba, asombrada. —¿Por qué?
—Ella es realmente delgada, y esas son como, demasiado perfectas —dijo Bella. — Fue a Finlandia o algo así, ¿cierto? Escuché que en Europa pueden hacer tus tetas por poco dinero.
—No creo que sean falsas —murmuró Alexz.
—¿Cómo lo sabes?
Alexz mordisqueó su pajilla. Las tetas de Demi siempre habían estado ahí —ella y
Ashley habían sido las únicas dos de sus amigas que necesitaron un sostén en séptimo grado. Ash siempre hizo alarde de las de ella, pero la única vez que Demi había notado que ella tenía tetas fue cuando ella tejió los sostenes de todos como regalos de Navidad y tuvo que hacer el de ella de un tamaño mayor. —Ella sólo, no parece de ese tipo —Alexz respondió. Hablar con Bella de sus antiguas amigas era territorio incómodo. Alexz aún se sentía mal sobre como ella y Ash y las otras solían molestar a Bella en séptimo grado, pero siempre parecía demasiado extraño sacarlo a colación ahora.
Bella la miró fijamente. —¿Estás bien? Te vez diferente hoy.
Alexz dio un respingo. —¿Lo hago? ¿Cómo?
Bella le dio una pequeña sonrisa de suficiencia. —¡Whoa! ¡Alguien está nerviosa!
—No estoy nerviosa —Alexz dijo rápidamente. Peor lo estaba: a cada momento, desde lo de la estación de policía y ese correo electrónico que ella había recibido la noche pasada, ella había estado como loca. Esta mañana, sus ojos incluso parecíanmás de un plano café que verde, y sus brazos se veían  perturbadoramente hinchados. Ella tenía esta horrible sensación de que ella iba a metamorfosearse espontáneamente de vuelta a su persona de séptimo grado.
Un mesera rubia y con aspecto de jirafa las interrumpió. —¿Han decidido?
Bella miró el menú. —Quiero la ensalada de pollo asiático, sin ninguna preparación.
Alexz aclaró su garganta. —Quiero una ensalada jardinera con coles, sin preparación, y una orden extra grande de papas fritas dulces. En una bolsa para llevar, por favor.
Mientras la mesera tomaba sus menus, Bella empujó sus lentes de sol bajándolos por su nariz. —¿Papas fritas de camote?
—Para mi mamá —Alexz respondió rápidamente. —Vive en base a ellas.
Abajo en el campo de golf, un grupo de chicos más viejos pusieron las bolas en el soporte, junto con un chico bastante bien parecido en pantalones cortos de descanso. Se veía un poco fuera de lugar con su cabello castaño desordenado, cargos, y... era eso un... ¿polo de la Policía de Rosewood? Oh no. Lo era.
Wilden escaneó la terraza y fríamente asintió cuando él vio a Alexz. Ella se escondió.
—¿Quién es ese? —Bella ronroneó.
—Um... —Alexz murmuró, casi por debajo de la mesa. ¿Darren Wilden era un golfista? Por favor. Años atrás en la preparatoria, él era el tipo que lanzaba fósforos encendidos a los chicos del club de gol de Rosewood. ¿Estaba acaso todo el mundo afuera para tomarla?
Bella entrecerró los ojos. —Espera. ¿Acaso él no va a nuestra escuela? —ella sonrió exhibiendo los dientes. —Oh dios mio. Es el chico del club de buceo de las chicas.
Alexz, ¡tú, pequeña perra! ¿Cómo es que te conoce?
—Él es... — Alexz hizo una pausa. Paso su mano por la cinturilla de sus jeans. —
Lo conocí en el sendero Marwyn un par de días atrás cuando estaba corriendo. Nos detuvimos en la fuente de agua al mismo tiempo.
—Genial —dijo Bella. —¿Trabaja por aquí?
Alexz hizo una pausa de nuevo. Ella de verdad quería evitar esto. —Um... creo que dijo que él era un policía —ella dijo despreocupadamente.
—Estás jugando. —Bella sacó su humectante de labios Shu Uemura de su bolsa
Hobo azul de cuero y suavemente humedeció su labio inferior. —Ese chico es lo suficientemente guapo como para estar en el calendario de los policías. Incluso puedo verlo: Sr. Abril. ¡Preguntémosle si podemos ver su porra*!
—Shhh —Alexz siseó.
Sus ensaladas llegaron. Alexz empujó su recipiente de poliestireno con las papas fritas de camote un lado y tomó una mordida de su tomate cherry* sin preparación.
Bella se inclinó quedando más cerca. —Apuesto a que podrías engancharte con él.
—¿Quién?
—¡El Sr. Abril! ¿Quién más?
Alexz resopló. —Claro.
—Totalmente. Deberías llevarlo a la fiesta de Kahn. Escuché que algunos policías fueron a la fiesta el año pasado. Así es como nunca los atrapan.
Alexz se reclinó hacia atrás. La fiesta Kahn era una tradición legendaria en
Rosewood. Los Kahns vivían en veinte y algo acres de tierra, y los chicos Kahn —
Sterling era el más joven— daban una fiesta de-vuelta-a-la-escuela todos los años. Los chicos allanaban las reservas amplias de licor de sus padres en el subterráneo y siempre había escándalo. El último año, Sterling le disparó a su mejor amigo James en su trasero desnudo con su arma BB* porque James había tratado de darse el lote con la novia de ese tiempo de Sterling, Alyssa Pennypacker. Ambos estaban ebrios y rieron todo el camino a la sala de emergencias y no podían recordar cómo o por qué había pasado. El año anterior a eso, un montón de stoners* había fumado demasiado y trataron de hacer que los Appaloosas* del Sr. Kahn fumaran de una pipa de agua*.
—Nah. —Alexz se comió otro tomate. —Creo que voy a ir con Jorge.
Bella hizo una mueca. —¿Por qué perder un perfectamente buena noche de fiesta con Jorge? ¡Él tomó un compromiso de virginidad! Probablemente ni siquiera irá.
—Sólo porque firmas un compromiso de virginidad no significa que dejes de divertirte también. —Alexz tomó un gran bocado de su ensalada, apretando los secos y poco apetitosos vegetales en su boca.
—Bueno, si no vas a invitar al Sr. Abril para la fiesta de Sterling, yo lo haré. —Bella se puso en pie.
Alexz agarró su brazo. —¡No!
—¿Por qué no? Vamos. Sería divertido.
Alexz hundió sus uñas en el brazo de Bella. —Dije no.
Bella se sentó de vuelta e hizo un puchero. —¿Por qué no?
El corazón de Alexz galopaba. —Bien. No puedes decirle a nadie, sin embargo. —
Ella tomó un aliento profundo. —Lo conocí en la estación de policía, no en el camino. Fui llamada a una audiencia por el suceso de Tiffany. Pero no es tan complicado. No me atraparon.
—¡Oh, mi dios! —Bella gritó. Wilden miró hacia ellas de nuevo.
—¡Shhh! —Alexz siseó.
—¿Estás bien? ¿Qué paso? Dímelo todo. —Bella susurró de vuelta.
—No hay mucho que decir. —Alexz tiró su servilleta sobre su plato. —Ellos me llevaron a la estación, mi mamá fue por mí, y nos sentamos por un rato. Me dejaron salir con una advertencia. Como sea. Todo tomó como veinte minutos.
—Por dios. —Bella le dio a Alexz una mirada indeterminada; Alexz se preguntó por un segundo si era una mirada de lástima.
—No fue, como, dramático o nada, —Alexz dijo defensivamente, su garganta seca. —No paso mucho. La mayoría de los policías estaban al teléfono. Mande mensajes de texto todo el tiempo. —Ella hizo una pausa, considerando si debería decirle a Bella sobre los ‘no sé’ mensajes de texto que ella había recibido de A, quienquiera que fuera A. Pero ¿por qué malgastar su aliento? No podía haber significado nada realmente, ¿cierto?
Bella tomó un sorbo de su Perrier*. —Pensé que nunca te habían atrapado.
Alexz tragó fuerte. —Si, bueno...
—¿Te mató tu mamá?
Alexz miró a lo lejos. En el camino a casa, su mamá le había preguntado a Alexz si ella había querido robar el brazalete y los aretes. Cuando Alexz había dicho que no, la Sra. Marin respondió: —Bien. Está arreglado entonces. —Luego ella había abierto su celular para hacer una llamada.
Alexz se encogió de hombros y se puso de pie. —Acabo de recordar... tengo que pasear a Dot.
—¿Estás segura que estás bien? —Bella preguntó. —Tu rostro se ve un poco manchado.
—No es nada. —Ella chasqueó sus labios glamorosamente hacia Bella y se giró hacia la puerta.
Alexz paseó tranquilamente para salir del restaurante, pero una vez que llegó al estacionamiento, rompió a correr. Trepó dentro de su Toyota Prius —un auto que su mamá le había comprado para ella el año pasado pero que recientemente le había pasado a Hanna porque se había aburrido de él— y chequeó su rostro en el espejo retrovisor. Había unos espantosos parches rojos en sus mejillas y frente.
Después de su transformación, Alexz había sido neuróticamente cuidadosa con no solo lucir perfecta y genial todo el tiempo, sino en ser perfecta y genial, también.
Aterrorizada de que el más pequeño error la hubiera enviado girando de vuelta a su mundo de perdedora, ella se preocupaba de cada pequeño detalle, desde pequeñas cosas como el perfecto nombre de pantalla para IM* y la correcta mezcla de su iPOD para el coche, a cosas más grandes como el correcto grupo de personas para invitar a una fiesta de alguien o elegir el perfecto, el chico para una cita — quien, afortunadamente, era el mismo chico que ella había amado desde séptimo grado. ¿Había el hecho de ser atrapada por robar en una tienda empañado a la perfecta, controlada y extremadamente genial Alexz que todos habían llegado a conocer? Ella no había sido capaz de leer esa mirada en el rostro de Bella cuando ella había dicho ‘por dios’. ¿Había la mirada significado, por dios, pero no es gran cosa? O ¿por dios, que perdedora?
Ella se preguntó si quizás ella no debería haberle dicho a Mona del todo. Pero entonces... alguien más ya sabía. A.
¿Sepa que va a decir Jorge? ¡No sé!
El campo de visión de Alexz se puso borroso. Ella apretó el manubrio por unos pocos segundos, luego metió la llave en el encendido y salió del estacionamiento del club de campo hacia una zona de grava, un desvió a un callejón sin salida unos pocos metros mas allá en el camino. Ella podía escuchar su corazón palpitando en sus sienes mientras apagaba el motor y tomaba respiros profundos. El viento olía como paja y pasto recién cortado.
Alexz cerró sus ojos fuertemente. Cuando los abrió, ella miró fijamente el contenedor de las papas fritas de camote. No, ella pensó. Un auto paso veloz por la calle principal.
Alexz limpió sus manos en sus jeans. Ella le dio otra mirada al contenedor. Las frituras olían delicioso. No, no, no.
Ella se estiró hacia ellas y abrió la tapa. Su olor dulce y tibio emergió hacia su rostro. Antes de poder detenerse, Alexz metió un puñado a su boca de frituras.
Las frituras aún estaban tan calientes que quemaron su lengua, pero no le importó.
Era un alivio tan grande; esta era la única cosa que la hacía sentir mejor. No se detuvo hasta que las había comido todas e incluso había lamido los lados del contenedor buscando la sal que se había acumulado en el fondo.
Al principio ella se sintió mucho, mucho más calmada. Pero para el minuto en que se puso en camino, los viejos y familiares sentimientos de pánico y vergüenza habían crecido dentro de ella. Alexz estaba impresionada ahora, aun cuando habían pasado años desde que ella había hecho esto, todo se sentía exactamente  igual. Su estómago dolía, sus pantalones se sentían apretados, y todo lo que ella quería era deshacerse de todo lo que estaba dentro de ella.
Ignorando los gritos excitados de Dot desde su habitación, Alexz corrió escaleras arriba hacia el baño, cerró la puerta de golpe, y colapsó sobre el suelo de cerámica.
Gracias a dios su mama no había vuelto del trabajo aún. Al menos ella no tendría que escuchar lo que Hanna estaba por hacer.

Mmm, un amor que huele a una nueva puntuación en la prueba
Está bien. Selena tenía que tranquilizarse.
El miércoles por la noche, sacó el Mercedes C-Class negro —el coche de su hermana estaba desecho, era el nuevo “práctico” Mercedes SUV— en el camino circular de su casa. La reunión del consejo de estudiantes había terminado extra tarde y había estado al borde de la conducción hacia las calles oscuras de Rosewood. Todos los días, había sentido como si alguien la estuviese observando, como si quien había escrito “codiciar” por e-mail podría ir en busca de ella en cualquier momento.
Selena pensaba con inquietud acerca de la cola de caballo familiar en la ventana del dormitorio de Ashley. Su mente iba hacia un lado y de regreso a Ash todas las cosas que sabía sobre Selena. Pero no, eso era una locura. Ashley había estado desaparecida —y muy probablemente muerta— durante tres años. Además, una nueva familia vivía en su casa ahora, ¿no?
Selena corrió hacia el buzón y sacó un montón de sobres, tirando todo lo que no era suyo de vuelta. De repente, lo vio. Era un sobre largo, no demasiado grueso ni demasiado fino, con el nombre de Selena escrito de forma ordenada sobre el papel. La dirección de retorno decía, El College Board. Estaba aquí.
Selena rasgó el sobre y escaneó la página. Leyó los resultados de PSAT siete veces más antes de darse cuenta.
Había conseguido un 2350 de 2400.
—¡Síííííí! —gritó, agarrando los papeles con tanta fuerza que los arrugó.
—¡Whoa! ¡Alguien está feliz! —gritó una voz desde la carretera.
Selena levantó la vista. Saliendo del lado del conductor de un Mini Cooper estaba
Andrew Campbell, el alto, pecoso, y de cabello largo, el muchacho que le ganó a
Selena para presidente de la clase. Fueron número uno y número dos de la clase en prácticamente todos los temas. Pero antes de que Selena pudiera jactarse de su puntuación —decirle a Andrew acerca de los PSAT's se sentiría tan bien— ya se había alejado. Raro. Selena volvió hacia su casa.
A medida que entraba con entusiasmo al interior, algo la detuvo: recordó la puntuación perfecta de su hermana, comparándola y rápidamente lo convirtió desde el 1600, la escala que se usaba, al 2400 escala que utiliza el College Board en la actualidad. Fueron unos completos 100 puntos por debajo de Selena. ¿Y no se suponía que iba a ser más difícil en estos días, también?
Bueno, ¿ahora quién es el genio?
Una hora más tarde, Selena se sentó en la mesa de la cocina de lectura con
Middlemarch —un libro recomendado en la lista por la AP Inglés— cuando empezó a estornudar.
—Emma y Kevin están aquí —dijo la señora Hastings. Selena vio como entraba rápidamente en la cocina, llevando el correo que Selena había dejado en el buzón—. ¡Ellos fueron a dejar todo el equipaje para instalarse! —Ella abrió el horno, para comprobar el pollo asado y siete rollos de granos, y luego apresuradamente entraba en la sala de estar.
Selena volvió a estornudar. Una nube de Channel Nº 5 siempre iba con su madre
—a pesar de que había pasado todo el día trabajando con caballos— y Selena estaba segura de que era alérgica. Consideró anunciar las noticias de la PSAT, pero una voz centellante desde el vestíbulo la detuvo.
—¿Mamá? —Emma llamó. Ella y Kevin paseaban en la cocina. Selena pretendía estudiar la aburrida cubierta posterior de Middlemarch.
—Hey —Kevin dijo sobre ella.
—Hey —ella respondió con frialdad.
—¿Qué estás leyendo?
Selena vaciló. Era mejor mantenerse alejada de Kevin, sobre todo ahora que él se mudaba a su casa.
Emma la rozó sin saludar y se puso a desempaquetar almohadas moradas de una bolsa de Pottery Barn.
—Estos son para el sofá del granero —prácticamente le gritó.
Selena se encogió. Dos podrían jugar este juego.
—¡Oh, Melissa! —Selena exclamó—. ¡Me olvidaba de decirte! ¡Adivina con quién me encontré!
Emma continuó desempaquetando las almohadas.
—¿Con quién?
—¡Zac Efron! ¡Es el entrenador de mi equipo de hockey ahora!
Emma se congeló.
—Él… ¿qué? ¿Él está? ¿Él está aquí? ¿Te preguntó sobre mí?
Selena se encogió de hombros e hizo como que pensaba.
—No, no creo.
—¿Quién es Zac Efron? —Kevin preguntó, apoyándose en el mostrador isla de mármol.
—Nadie —espetó Emma, volviendo a las almohadas. Selena le dio una bofetada al libro y rebotó hacia el comedor. Vaya. Eso se sintió mejor.
Se sentó en la larga mesa estilo casa de campo, pasando los dedos por los vasos de vino sin tallo, Candace, el ama de llaves, lo había llenado con vino tinto. A sus padres no les importaba si sus hijos bebían cuando estaban en casa, ya que nadie tenía que conducir, así que agarró el vidrio con ambas manos y bebió un trago grande. Cuando miró hacia arriba, Kevin le estaba sonriendo desde el otro lado de la mesa, su columna vertebral muy erguida en su silla del comedor.
—Hey —él dijo. Ella levantó las cejas como respuesta.
Emma y la Sra. Hastings se sentaron y el padre de Selena ajustó las luces del candelabro y se sentó también. Por un momento todos estaban en silencio. Selena sintiendo los papeles con la puntuación del PSAT en su bolsillo.
—Así que supongo que lo que me pasó —ella comenzó.
—¡Kevin y yo estamos tan felices de que nos estén dejando quedarnos aquí! —
Emma dijo al mismo tiempo, agarrando la mano de Kevin.
La Sra. Hastings sonrió a Emma.
—Siempre estoy feliz cuando toda la familia está aquí.
Selena se mordió el labio, con el estómago nervioso.
—Bueno, Papá. Tengo mi…
—Uh-oh —Emma interrumpió, con la vista fija en las placas que Candace acababa de traer de la cocina—. ¿Tenemos otra cosa más que el pollo? Kevin está tratando de no comer carne.
—Está bien —dijo Kevin a toda prisa—. El pollo es perfecto.
—Oh. —La Sra. Hastings se puso de pie a la mitad del camino—. ¿Tú no comes carne? No lo sabía. Creo que podemos tener un poco de pasta en la nevera, aunque podría tener jamón en ella…
—De verdad, está bien. —Kevin se frotó la cabeza incómodamente, haciendo que su pelo desordenado se formara en picos.
—Oh, me siento terrible —dijo la Sra. Hastings. Selena puso los ojos en blanco.
Cuando toda la familia  estaba junta, su mamá quería que todas las comidas — incluso los desayunos descuidados de cereales— fueran perfectas.
El Sr. Hasting miró sospechosamente a Kevin.
—Soy un hombre de carne.
—Absolutamente. —Kevin levantó su copa con tanta fuerza que derramó un poco de vino sobre el mantel.
Selena estaba considerando una buena introducción para su gran anuncio cuando su padre dejó el tenedor.
—Tengo una idea brillante. Ya que estamos todos aquí, ¿por qué no jugamos Star
Power?
—Oh, papá —Emma gimió—. No.
Su padre sonrió.
—Oh, sí. Tuve un día terrible en el trabajo. Voy a patearte el trasero.
—¿Qué es Star Power? —Kevin preguntó, con las cejas arqueadas.
Un brillo nervioso creció en el estómago de Selena. Star Power era un juego que sus padres habían inventado cuando Spencer y Melissa eran niñas pequeñas por lo que había pensado siempre que había sido extraído de alguna empresa retiro. Era simple: todos compartían su mayor logro del día y la familia seleccionaba una estrella. Se suponía que hacía a la gente sentirse orgullosa y realizada pero en la familia Hastings la gente acababa compitiendo despiadadamente.
Pero si había una manera perfecta para anunciar su resultado del PSAT, Star
Power lo era.
—Tienes que captarlo, Kevin. —El Sr Hastings dijo—. Voy a empezar. Hoy, preparé una defensa tan convincente para mi cliente que de hecho ofreció pagarme más dinero.
—Impresionante —dijo su madre, tomando un bocado de remolacha dorada—.
Ahora yo. Esta mañana, le gané a Eloise en tenis en sets corridos.
—¡Eloise es dura! —Su padre exclamó antes de tomar otro sorbo de vino. Selena miró a Kevin sobre la mesa. Él estaba peleando cuidadosamente la piel de su muslo de pollo, que no podía captar su mirada.
Su madre se limpió la boca con la servilleta.
—¿Emma?
Emma entrelazó los dedos regordetes juntos.
—Bueno, hmm. Ayudé a los constructores con los azulejos en el baño entero, la única forma de que algo sea perfecto es si lo hace uno mismo.
—¡Me alegro por ti, querida! —dijo su padre.
Selena sacudía sus piernas nerviosamente.
El Sr. Hastings terminó de beber su vino.
—¿Kevin?
Kevin lo miró, sorprendido.
—¿Sí?
—Es tu turno.
Kevin jugueteó con su copa de vino.
—No sé lo que debería decir…
—Estamos jugando Star Power. —La Sra. Hastings sonó como si Star Power fuera tan común como Scrabble—. ¿Lo más maravilloso que hizo, Sr. doctor, hoy?
—Oh. —Kevin parpadeó—. Bueno. Um, nada, en realidad. Era mi día libre en la escuela y en el hospital, así que bajé al bar con unos amigos del hospital y vi jugar a Filis. En silencio Emma le disparó a Kevin una mirada decepcionada.
—Creo que es impresionante —Selena ofreció—. La forma en que han estado jugando, es una hazaña ver a los Filis todo el día.
—Lo sé, son los reyes de la mierda, ¿no? —Kevin le sonrió a Selena con gratitud.
—Bueno, de todos modos. —Su madre interrumpió—. Emma, ¿cuándo empiezas las clases?
—Esperen un momento —Selena silbó. ¡Ellos no podían olvidarla!—. Tengo algo para Star Power.
El tenedor para ensalada de su madre flotaba en el aire.
—Lo siento.
—¡Oops! —Su padre estuvo de acuerdo con la gracia—. Adelante, Selena.
—Tengo los resultados del PSAT —dijo—. Y bueno… aquí están. —Ella sacó los papeles con el puntaje y los empujó a su padre.
Tan pronto como él los tomó, sabía lo que pasaría. No les importaría. ¿Qué importaba el PSAT, de todos modos? Sus mejillas se sentían calientes. ¿Por qué ella se había molestado?
Luego su papá dejó la copa de vino y estudió el papel.
—Wow. —Hizo un gesto hacia la Sra. Hastings. Cuando ella vio el documento, se quedó sin aliento.
—No se puede conseguir mucho más alto que esto, ¿verdad? —dijo la Sra.
Hastings.
Emma estiró el cuello para mirar también. Selena no podía respirar. Emma la fulminó con la mirada mientras se ponía de un tono lila. Era una mirada que hizo pensar a Selena que tal vez Emma había escrito ese espeluznante e-mail de ayer.
Pero cuando Selena le devolvió la mirada, Emma rompió en una gran sonrisa.
—¿De verdad estudiaste, cierto?
—Es un buen resultado, ¿no? —Kevin preguntó, mirando la página.
—¡Es un resultado fantástico! —El Sr. Hastings bramó.
—¡Esto es maravilloso! —exclamó la Sra. Hastings—. ¿Cómo te gustaría celebrar,
Selena? ¿Cena en la ciudad? ¿Tienes algo en mente?
—Cuando obtuve los resultados de mi SAT, conseguí mi primera edición de
Fitzgerald en esa subasta, ¿recuerdas? —Emma sonrió.
—¡Eso es correcto! —La Sra. Hastings gorjeó.
Emma se volvió hacia Kevin.
—Me había encantado, y así había quedado una increíble oferta.
—Bueno, ¿por qué no darle un poco de tiempo para pensar? —La Sra. Hastings le dijo a Selena—. Trata de pensar en algo memorable, como lo que le dimos a
Emma.
Selena se incorporó lentamente.
—En realidad, hay algo que yo tenía en mente.
—¿Qué es? —Su padre se inclinó hacia delante en su silla.
Aquí va, Selena pensó.
—Bueno, lo que yo realmente, realmente, realmente amaría, ahora mismo, no en unos pocos meses a partir de ahora, sería mudarme al granero.
—Pero… —dijo Emma, antes de detenerse a sí misma.
Kevin se aclaró la garganta. Su padre frunció el ceño. El estómago de Selena hizo un gruñido de hambre. Ella lo frenó con su mano.
—¿Es eso lo que realmente quieres? —preguntó su madre.
—Uh-huh —respondió Selena.
—Muy bien —dijo la Sra. Hastings, mirando a su marido—. Bueno…
Emma estableció en alto el tenedor.
—Pero, bueno, ¿qué pasa con Kevin y yo?
—Bueno, tú misma has dicho que las renovaciones no serían demasiado largas. — La Sra. Hastings se llevó la mano a la barbilla—. Ustedes podrían permanecer en su antiguo dormitorio, supongo.
—Pero tiene una cama doble —dijo Emma en una inusualmente voz infantil.
—No me importa —dijo Kevin rápidamente. Emma frunció el ceño fuertemente hacia él.
—Podríamos mover la cama del establo al cuarto Melissa y poner la cama de
Selena por ahí. —El Sr. Hastings sugirió.
Selena no daba crédito a sus oídos.
—¿Tú lo harías?
La Sra. Hastings enarcó las cejas.
—Emma, puede sobrevivir, ¿no?
Emma se apartó el pelo de la cara.
—Supongo —ella dijo—. Quiero decir, yo personalmente preferiría mucho más que fuera de la subasta y la primera edición, pero eso es sólo conmigo.
Kevin discretamente tomó un sorbo de su vino. Cuando Selena le llamó la atención, él le guiñó el ojo. El Sr. Hastings volvió a Selena.
—Hecho, entonces.
Selena se levantó y abrazó a sus padres.
—¡Gracias, gracias, gracias!
Su madre estaba radiante.
—Tú deberías mudarte mañana.
—Selena, eres sin duda la estrella. —Su padre levantó las puntuaciones, ahora ligeramente manchadas de vino tinto—. ¡Debemos enmarcar esto como un recuerdo!
Selena sonrió. No necesitaba nada para enmarcar. Se habría de recordar este día por el tiempo en que ella viviera.

1 comentarios:

Unknown dijo...

no hay nada mejor que una competitiva cena con los hastings

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